El fuego sagrado que lleva más de una década

El cuarto ciclo olímpico de las Leonas sumó otro hito con el triunfo ante la local Gran Bretaña y el pasaje a la final por la medalla dorada.

LONDRES.- «¡¡Vamos, chicas, vamoooos!!» Se habían apiñado todas allí, cerca del semicírculo que hasta hace segundos habían defendido con uñas y dientes. Eran dieciséis unidas en ese abrazo masivo, pero el corazón de Leona era uno solo. Palpitando más fuerte que nunca en la noche londinense. Latiendo ante 18.000 personas que esperaban otro desenlace. Estallando de felicidad y orgullo. Alrededor de ese núcleo albiceleste, once rivales de rojo desparramadas en el piso, con los palos tirados, sumidas en la decepción.

Las Leonas pueden todo, hasta ganar ante los ojos de la realeza inglesa. Allí estaba la duquesa de Cambridge, Kate Middleton, lamentándose desde un sector especial del Riverbank Arena. Las Leonas pueden agigantar su propia leyenda, hasta ubicarse por cuarta vez consecutiva en un podio olímpico. Se aseguraron la medalla de plata al dejar atrás en las semifinales a Gran Bretaña (2-1), pero son inconformistas por naturaleza y mañana querrán dar el golpe definitivo con Holanda, el gran clásico de este siglo en el hockey sobre césped femenino.

La grandeza de estas chicas se manifiesta en su manera de pensar y de vivir el deporte. Carla Rebecchi contaba anoche cómo había pasado la tarde. Miraba por TV en la Villa Olímpica la primera semifinal entre Holanda y Nueva Zelanda y se lamentaba porque las oceánicas iban ganando. Ella ya estaba imaginando la final, pero quería enfrentarse contra las N° 1. No aceptaba otro reto que medirse contra las mejores, en el partido decisivo. Nada de atajos, nada de cosas más sencillas. Estas jugadoras son así: quieren ponerse a prueba siempre, superarse. Alcanzar el Everest, pero con armas nobles. Un legado que se retrotrae a Sydney 2000, cuando dieron el primer gran golpe en el nivel olímpico. Pero es una herencia que también proviene de la educación deportiva de cada club de hockey en la Argentina, fomentando valores.

Pasaron varios técnicos por el seleccionado: Chiche Mendoza, Sergio Vigil, Gabriel Minadeo, ahora Carlos Retegui. Desfilaron cientos de jugadoras: Karina Masotta, Anabel Gambero, Jorgelina Rimoldi, Ayelén Stepnik, Cecilia Rognoni, Soledad García, tantas otras. Pero el espíritu y la llama de los valores siguen más vivos que nunca. Y de ese fuego sagrado surge el éxito en la cancha. Los goles, las emociones, los gritos.

Este plantel en particular tuvo que generar un revulsivo interno para modificar el rumbo. Hubo que revisar varias cuestiones tras la derrota en la final de los Panamericanos ante Estados Unidos, en octubre pasado. Algo no estaba bien. Entonces, fue imperante el armado y entramado del equipo que viajaría a esta ciudad para los Juegos, porque había subgrupos. La moral estaba baja: las chicas pasaron de sentirse poderosas a creerse débiles. Se necesitaba un entrenamiento en contenido y en contexto para un conjunto de jugadoras que se veían las caras 320 días al año. Había que ajustar las clavijas en aspectos que iban más allá de lo meramente deportivo: la comunicación, el compromiso, la responsabilidad y volver a la fortaleza del equipo, que es la solidaridad, la humildad y el esfuerzo. En Guadalajara se habían perdido en parte, con alguna tentación de sobrar la situación frente a oponentes más débiles.

No sólo se trataba de ejercitarse físicamente, sino en lo mental. La prioridad: conectarse personalmente e integrarse. Regenerar los lazos. La eficacia más la eficiencia. Buscar el bienestar interno. Recobrar una actitud de Leona, corriéndose de las excusas y de las distracciones. Ahora, esa socialización, integración y construcción de confianza tiene su correlato en esta fantástica realidad. Recordando los principios exhibidos por las antecesoras y renovando preceptos actuales. Pero no aferrándose sólo a la rigidez y disciplina, sino viviendo todo con alegría, soltura y pasión. Hoy disfrutan esta clasificación para la final con la certeza de que se reciclaron a tiempo para ser más grandes aún.

Doce años en el podio

Las Leonas llegaron al podio en los últimos cuatro Juegos. Fueron medalla plateada en Sydney 2000, y bronce en Atenas 2004 y Pekín 2008. Y en Londres regresaron a la final olímpica después de doce años: mañana irán por el único metal que les falta, el oro, ante Holanda, el gran rival de estos tiempos.

FUENTE: Por Gastón Saiz / Enviado especial Canchallena

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