Penúltimo día del Mundial de Hockey y volvió la lluvia, y junto con ella el frío. Así también retornaron los valientes. Aquellos que, sin importar el clima, se quedaron firmes en sus puestos de las tribunas bajo sus paraguas. Corajudos, porque en algún momento diluvió, sí. Pero se entiende, ya que quedaba solo un día para disfrutar del mejor hockey.
Desde una popular un grupo alegre de nenas cantaba algo en forma de pregunta y desde la platea contigua volvía una respuesta también en forma de canción. Muy divertidas, le ponían la pizca de buena onda a la tarde. Mientas, dentro de la cancha, India y Sudáfrica regalaban una goleada. Y pareció que la lluvia esperó al momento justo para comenzar. Sonó la chicharra y cayeron las primeras gotas. Más que gotas, gotones.
Así, el segundo partido se retrasó una hora. Fue como un deja vu. Esta situación, salvando las instancias del torneo, ya se había vivido en la Copa del Mundo. Lo mismo ocurrió en este segundo turno. Ni bien finalizó el choque entre China y Nueva Zelanda, diluvió otra vez. Aún así, mucha gente, pero muuucha, considerando la hora y el frío, se quedó para ver la definición del quinto y sexto puesto entre Australia y Corea.
El audio y el tablero indicador del tiempo no funcionaron por unos minutos. Así y todo, sin que suenen los himnos nacionales, se dio comienzo al partido. El apuro se notaba. Afuera del campo, las hinchadas coreanas y australianas ponían el ritmo. Los primeros con su tambor y las palmas; los segundos, con sus cánticos y castañuelas. Llegó el final y los que festejaron fueron los oceánicos. Pero lo raro fue que luego de aplaudir a sus jugadoras se escuchó un canto que provenía de esos fans, ayudados por un grupo de adolescentes locales: “Vamos, vamos, Argentina”. Es que sí, ya se presentía la final.
Y el campeonato llega a su fin. La muestra más fiel de eso fue ver a las jugadoras de los seis equipos que jugaron regalando sus pertenencias a las jóvenes que desesperadamente buscaban llevarse un recuerdo ¿La más loca? Una coreana, que se sacó los botines y los obsequió a una chica. Todo un espectáculo.