Tuvo su premio consuelo Nueva Zelanda. Con un contundente triunfo ante China, inesperado para muchos, cerró su participacón en el Mundial de la mejor manera. Obtuvo, al cabo, más de lo que vino a buscar. Se quedó con el séptimo puesto, algo que, a decir verdad, jamás imaginó cuando pisó suelo rosarino. Fue 3 a 0 con goles de Forgesson, su máxima artillera, Harrison y Eshuis.
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Y si lo de Nueva Zelanda fue para destacar, tanto por su juego como por el resultado, lo de China terminó siendo bastante pobre. No sólo por la octava posición, por haber quedado lejos del podio, sino sobre todo por su magra performance en el campeonato. Salvo por algunos pasajes de buen hockey, China estuvo muy lejos de su nivel habitual durante todo el Mundial.
¿Qué decir del partido? Sencillo. A lo largo de los 70 minutos, no hubo equivalencias entre uno y otro equipo. Nueva Zelanda fue superior de principio a fin. Se adueñó de la mitad de la cancha y progresó con la bocha dominada cada vez que se lo propuso. Y cuando pudo, cuando estuvo fino, lastimó. Fueron tres pero pudieron haber sido mucho más.
Bien, entonces, por Nueza Zelanda y su ambición de superarse día a día. China, en cambio, deberá reflexionar, y mucho, lo hecho aquí en Rosario.