Ahí está Japón. Festejando su éxito casi como un campeonato. Sus jugadoras se abrazan, saltan, se sacan fotos. Sonríen para las tribunas ante el cálido reconocimiento del público. Y no es para menos. Consiguieron lo que pocos, o casi nadie, esperaba: vencer a España en el partido del honor, ese que define los dos últimos puestos del campeonato. Pero triunfaron, nomás. Y se dieron el gusto así de decorar su participación en el certamen alcanzando el undécimo puesto. Qué decir de España, la otra cara de la moneda. Poco para destacar, está claro. Con otra derrota, otro traspié, cerró un Mundial para el olvido.
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No pasó casi nada en el primer tiempo. Ambos equipos, en definitiva, demostraron en el sintético por qué les tocó disputar el partido que nadie quiere jugar. Faltaron emociones, ni España ni Japón lograron hilvanar una sola jugada colectiva en ataque, y sobraron los errores y las imprecisiones. Claro que en ese coro de yerros, fue algó más el conjunto asiático. Contó con tres córners cortos aunque no los supo aprovechar. Primero, remató Mitsuhashi y tapó a puro reflejos López de Eguilaz; después lo tuvo Murakami pero otra vez apareció la figura de la arquera española para evitar la apertura del marcador; y por último fue el turno de Manabe, quien logró se topó en la línea con el palo salvador de la defensora Muñoz.
En el segundo tiempo, España reaccionó, despertó de su letargo y el partido cambió por completo. A tal punto, que en uno de sus primeros ataques rompió el cero que reinaba en el partido. Cruz facturó a la salida de un córner corto y puso el 1 a 0. Con el gol parecía que el equipo ibérico se encaminaba a una cómoda victoria. Pero nada de eso pasó. Japón, para sorpresa de todos, tomó las riendas del partido, metió a España en un arco y a puro empuje dio vuelta el marcador. Empató Murakami y, a falta de 3 minutos, aumentó Chiba arrojándose con alma y vida adentro del arco.
Al cabo, triunfo y premio para Japón. Y todo el castigo para España, una de las grandes decepciones de este Mundial.