En un abrir y cerrar de ojos llegó el último día de la primera fase. Para no perder la costumbre la jornada brindó su color. Eran los últimos partidos para el Grupo A. Y como siempre que jugó Nueva Zelanda, su fiel hinchada dijo presente. En el momento del inicio del encuentro, algunos de ellos hicieron el tan conocido haka (danza maorí). Todo un espectáculo. Más tarde fue el momento de los holandeses, que lejos de ofrecer un show, cantaron muy animados, en reiteradas ocasiones, el feliz cumpleaños.
No obstante, lo mejor de la tarde se vio durante el tercer turno, donde estarían posadas las miradas de todos los argentinos. Jugaban Alemania y Australia, uno de los cuales sería el futuro rival del local en las semis. En el preciso instante en que estaban por sonar los himnos nacionales, Las Leonas pisaron el palco oficial. Quizás el momento de la llegada las ayudaba a pasar desapercibidas, ya que todos los presentes estarían dirigiendo su vista hacia los equipos que estaban a punto de enfrentarse. Y la que mayor esfuerzo hizo por no ser reconocida fue Lucha Aymar, que llegó con la capucha de su sweater tapándole la cabeza. Hay que comprenderla. Un rato de tranquilidad no se le niega a nadie.
Lo más lindo se vio, sin dudas, dentro de la cancha. Ya sin un lugar entre los primeros cuatro Australia tuvo un gesto honorable. Ni bien concluyó el choque las jugadoras oceánicas se acercaron hasta donde festejaban sus pares alemanas y las saludaron una por una. Un gran ejemplo. Al igual que su hinchada, que aplaudió a la selección contraria cuando ésta daba una vuelta al trote.
El otro hermoso gesto fue el de la histórica Natascha Keller, quien luego de festejar con sus compañeras se acercó a saludar a dos chicas en la platea. “Vamos, Alemania, vamos”, “Vamos Natascha” y “Vamos Tina”, rezaban los carteles que estas dos jóvenes mostraban en lo alto. Las muchachas, con las caras pintadas con rojo y amarillo, sorprendieron. Eran argentinas pero seguidoras de dos grandes jugadoras.