Corea mereció algo más

Ya no es sorpresa lo de Corea. Es, a esta altura, el equipo revelación del Mundial. Sin brillar, con garra y orden, sigue dando que hablar en el certamen. Le ganó a la siempre complicada China en el debut, hizo transpirar a las chicas argentinas más de la cuenta en su segundo compromiso y hoy le sacó un empate, que mereció ser triunfo, nada menos que Inglaterra.
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¿Cómo describir a este equipo coreano? Simple. Se construye de atrás para adelante. Su gran virtud es su temple y entrega para disputar cada bocha como si fuese la última. Es un equipo equilibrado que jamás queda desbalanceado. Y tiene, además, contundencia cuando pisa el área rival. Un ejemplo: frente Inglaterra, en el primer tiempo, llegó poco y nada. Eso sí, llegó y facturó. Y de qué manera. A los 28 segundos de juego ya estaba arriba. Las Kim, Okju y Jong Eun (siete de las once titulares tienen ese apellido), se combinaron en el arranque nomás para abrir el marcador.   
Claro que Inglaterra le pagó con la misma moneda. En el amanecer del complemento empató a través de Richardson, quien emulando a Luciana Aymar o al mismísimo Maradona, apiló a casi todo el equipo coreano y, de caño, conquistó la igualdad.
Sin embargo, lejos de apichonarse, Corea se agrandó, se fortaleció tras el empate y fue a buscar el partido. A su garra le agregó, esta vez, ambición. Tuvo chances clarísimas para ganarlo. Pero no pudo. La suerte no estuvo de su lado. Una lástima. Porque mereció algo más.

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