La creatividad y la originalidad de la gente se ven en cada una de las pelucas, de las caras pintadas, de los gorros, banderas y camisetas. Todo en celeste y blanco, claro. No existen otros colores en el predio mundialista. Es que la tarde se vistió de fiesta. La final con Holanda se palpita desde bien temprano.
[slide]
Afuera del predio la hilera de autos es continua y los estacionamientos ya se empiezan a ocupar. Cinco horas antes del partido de Las Leonas, de la tan ansiada final, la gente empezó a llegar. En las puertas, las filas, cada vez más largas, avanzaban a paso constante, sin detenerse. Todos con sus entradas en las manos. No hay forma de perderse este momento, cada uno quiere su lugar en las gradas.
Y ahora, a sólo tres horas, los cantos ya se sienten. Las gargantas ya se afinan, las cornetas ya ensordecen. Ni pensar en cuando sean 12 mil almas coreando el himno nacional…