Se subió al podio Inglaterra, nomás. Y bien merecido lo tiene. No le alcanzó para más, para meterse en la final, es cierto. Pero poco importa. Porque, al cabo, consiguió lo que vino a buscar. Se llevó nada menos que el bronce y se coló otra vez entre las tres mejores selecciones del mundo. Y ratificó así todo lo bueno que hizo en Nottingham, en el último Champions Trophy, donde también obtuvo la tercera colocación. Y hay que decirlo: logró su objetivo a basa de un hockey prolijo y muy regular. En ese sentido, hoy tampoco tuvo fisuras en su juego. Fue práctico, ordenado y contundente ante una Alemania que poco pudo hacer ante su poderío.
[slide]
Fue de menor a mayor Inglaterra en el Mundial. Su pico de rendimiento lo encontró en esta ronda final. El jueves tuvo en jaque nada menos que a Holanda en las semifinales (perdió por penales). Y hoy fue muy superior a Alemania. Hizo la diferencia en el primer tiempo y después aguantó con mucho aplomo el resultado. Le salió toda tan redondo que cuando Alemania arrimó peligro apareció otra vez la enorme figura de Beth Storry, una de las mejores arqueras que mostró el certamen.
Inglaterra insinuó ya en el arranque con un guapeada Danson que a pura velocidad se metió en el área, eludió a dos defensoras alemanas y sacó un furioso remate que terminó impactando en el guante de la arquera Bachmann. La revancha llegó rápido. Porque Danson volvió a recibir adentro del círculo, giró sobre su eje para ejecutar un revés que se incrustó en el segundo palo. Golazo. De otro partido a decir verdad.
Minutos más tarde, el conjunto británico volvió a golpear. Y otra vez tuvo mucho que ver Danson. No convirtió pero fue la gestora de la jugada. Su remate fue desviado por Richardson, quien conquistó el segundo gol. En el complemento, Alemania intentó meterse en partido pero fue demasiado tarde. La soberbia actuación de Storry (tapó dos bochas que tenían destino de red) le bajó la cortina al partido.
No quedó tiempo para más. Salvo para el festejo de las chicas inglesas que celebraron a rabiar su conquista. Y para el dolor y el lamento de las jugadoras alemanas, claro está, por haberse quedado otra vez en las puertas de un podio.