Día 8: Misceláneas

El segundo partido del día era una interesante oferta para los que querían ver buen hockey y a su vez disfrutar del cálido día en Rosario. El solcito era reconfortante. Qué importante es el buen clima para estos eventos. Así, para las 17.30 muchos se arrimaron al estadio mundialista a ver Alemania – Holanda. Entre esos, estaban varias de Las Leonas (que antes estuvieron participando de actividades con el público en el stand de Adidas) sentadas en el palco oficial mirando a los que serían sus futuros rivales.
Y siempre que las jugadoras argentinas aparecen en público despiertan algarabía. Todas las nenas se abalanzaron sobre el vallado del palco para conseguir al menos una firma. Con simpatía, varias de Las Leonas respondieron a los pedidos, recibiendo como regalo la mejor de las sonrisas de todas esas jóvenes. Y para seguir amenizando la tarde entre el segundo y el tercer partido se escuchó música en vivo. Una agradable manera de pasar el rato.
En el ocaso de la jornada se jugaba el duelo oceánico. En las plateas se apostaron sus características y coloridas hinchadas, que desde el comienzo del Mundial han sido incondicionales, llueva, nieve o truene. Antes del inicio del choque la tribuna neocelandesa cantó el haka, al mejor estilo rugby. Una vez empezado, más allá de los cánticos, lo que más se escuchaba era a los tres colaboradores técnicos australianos. Australia no daba lo mejor de sí y los ayudantes se fastidiaban. No les alcanzaban las manos para anotar los errores ni la voz para seguir gritando dando indicaciones. Menos mal que las de verde y amarillo dieron vuelta el encuentro. Goleada australiana y otro día que se fue.

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